Cuando regresé al Reino Unido a principios de octubre, había algo que me hacía especial ilusión. Por casualidad, había resultado que podría pasar unos meses en el mismo lugar que Edward Wren: amigo, virtuoso y artista.
En aquel momento, no tenía ni idea de que este periodo se convertiría en una oportunidad para una colaboración tan creativa, pero tomando un par de cafés, ideamos este maravilloso proyecto. Empezó como una broma, con la afirmación de que este año lanzaríamos el "#1 de Navidad", y ese fue el eslogan que utilizamos en las cenas con amigos y familiares.
Conozco a Ed desde hace años, desde que íbamos al colegio en Bristol, y sé lo talentoso que es como músico. Sin embargo, a pesar de una larga y estrecha amistad, hemos tenido muy pocas oportunidades de trabajar juntos musicalmente. Esto puede deberse a que tradicionalmente hemos ocupado diferentes áreas de la escena musical: él ha hecho progresos en el jazz y los estilos de improvisación, y yo me he inclinado más por la música clásica.
Donde siempre han coincidido nuestros intereses es en la composición de canciones. Como alumno novato en mi instituto, Ed era una figura de gran estima, que actuaba regularmente en las veladas de micrófono abierto con nuevas composiciones suyas. Durante esos años, me asombraba la habilidad lírica y musical que Ed aportaba a todas y cada una de las obras que creaba.
Con el tiempo, he disfrutado mucho escribiendo y componiendo canciones. Cuando vuelvo a Bristol, suelo sentarme al piano y componer algunas melodías. Y ahí se quedan a menudo.
Este último mes, he tenido el honor de trabajar con un amigo y un profesional. Con la ayuda de Ed, hemos convertido una melodía en una balada navideña que espero que el público disfrute. Y a medida que avanzaba el viaje musical, también lo hacía nuestra amistad. Gracias, Ed, por esta oportunidad.